Cuando los imperios se desintegran dan paso a nuevas naciones, herederas del imperio anterior, pero generan también áreas de soberanía disputada que alguna nación más grande, recién conformada, intenta someter bajo su dominio o algún imperio, o potencia vecina, intenta ya sea subyugar o transformar en un aliado o nación satélite.
Ese es el caso de Nagorni Karabax (pronúnciese Karabáj), un territorio armenio ancestral pero que durante la existencia de la URSS se decidió integrar no a la República socialista soviética de Armenia, como hubiera parecido lógico, sino al territorio de la República socialista soviética de Azerbaiyán atendiendo a razones de estabilidad política soviética, a fin de apagar el nacionalismo armenio.
Tampoco puede dejarse de lado que el Karabax se encuentra situado en un territorio montañoso, denominado sur del Cáucaso o Transcaucasia, que por siglos ha quedado a merced de diversos imperios, en particular, en los últimos siglos, de los imperios otomano, persa y ruso, por lo que la inestabilidad política y territorial y todo tipo de alianzas ha sido la norma, llevando a estos territorios a todo tipo de conflictos y a estar sometidos a gran variedad de soberanos, los cuales han probado gran variedad de fórmulas para construir estructuras estables de administración de estas regiones bajo su dominio.
A pesar de la inestabilidad propia de la Transcaucasia, la comunidad armenia ha habitado el territorio del Karabax de manera regularmente mayoritaria por miles de años por lo que una vez integrados a la República socialista soviética de Azerbaiyán, como Provincia autónoma de Nagorni Karabax, clamaron en diversas ocasiones su integración a la República socialista soviética de Armenia. Pero sus ruegos jamás fueron atendidos dado que fortalecer los nacionalismos era visto como contrario a la ideología oficial de la época, de confraternidad de los pueblos. Sin embargo, esas aspiraciones jamás se apagarían y la desintegración de la URSS en 1991 llevó a una gran guerra, que se extendió entre 1991-1994*, la cual no solo mantuvo al Karabax como un territorio autónomo armenio, e independiente de-facto de Azerbaiyán, sino que anexó territorios adicionales de modo de establecer continuidad territorial con la Armenia independiente, creando el llamado cinturón de seguridad que menciono en la imagen superior. *Las pérdidas de vidas humanas producto de ese conflicto fueron de unas 11 mil personas para Azerbaiyán, a lo cual hay que sumar cerca de 30 mil heridos, mientras que para Armenia y la República de Nagorni-Karabax, esas cifras alcanzaron, en conjunto, en torno a 6 mil y 20 mil personas, respectivamente.
Pero la ventaja inicial del ejército armenio inmediatamente tras la disolución del Imperio soviético, gracias al arsenal y la instrucción de origen soviético, daría paso con los años a una ventaja militar de su rival, Azerbaiyán, derivada de los ingresos de su industria del petróleo y del gas, lo que sumado a las aspiraciones imperiales de Turquía*, llevaron a que esta última nación azuzara y apoyara, en términos de recursos humanos y materiales, a Azerbaiyán de modo que a fines de septiembre de 2020 se inició una intervención militar de gran escala contra el territorio de Nagorni Karabax. *Calificada como neo-osmanismo pues busca recuperar la influencia y/o el dominio territorial turco en territorios del desaparecido Imperio otomano.
Los azeríes, al parecer, esperaban llevar a cabo una especie de guerra relámpago contra el Karabax de modo de llevar a Armenia, que apoya al Karabax, a una mesa de negociaciones donde, completamente desmoralizada, ante un supuesto éxito militar azerí-turco avasallador, se viera forzada por las circunstancias y la desventaja militar a establecer plazos de salida de toda la población armenia de Artsax* o, de no aceptarlo, dar luz verde a la continuación de la operación militar azerí-turca sobre el Karabax de modo de ir expulsando o dando muerte al resto de población armenia como a las fuerzas militares allí presentes. *Denominación de un antiguo reino armenio, con el cual los armenios llaman también al territorio de Nagorni Karabax, el cual conquistó precisamente el Karabax.
Si bien la República de Nagorni Karabax es una república de hecho, y no es reconocida internacionalmente ni siquiera por Armenia su independencia de Azerbaiyán no es algo que pretendan modificar de manera alguna. En tanto, en el lado opuesto, Azerbaiyán siente que el peso de la legalidad internacional vigente le da pleno derecho para, obviando la realidad de-facto, expulsar, integrar a la fuerza, o exterminar a la población armenia de Nagorni Karabax.
Turquía ha hecho lo posible para negar en sus declaraciones públicas que participa en las acciones militares pero sus acciones de provocación o de participación militar directa en el último tiempo en Siria, Libia, Chipre y el Mediterráneo oriental no parecen avalar mucho una posición de mero apoyo simbólico ni tampoco permiten avalarlo las acciones mismas en el frente de batalla en el Karabax o en su entorno. Tampoco puede obviarse que Turquía ha apoyado en términos materiales, con tropas y armas, a Azerbaiyán en cada uno de sus conflictos con Armenia desde inicios del siglo XX.
Si bien Armenia es parte de una alianza militar con Rusia, esta última mantiene lazos diplomáticos y comerciales con Azerbaiyán y Turquía por lo que el gobierno ruso ha buscado mantener distancia en el conflicto, enfocándose en instar a las partes a negociar y ofreciéndose como mediador. Además, puede apoyarse, en última instancia, en caso de dejar desamparada a Armenia, en el hecho de que el Karabax es legalmente territorio azerí.
Tampoco podemos dejar pasar que Rusia cuenta con minorías musulmanas significativas que constituyen, además, porcentajes relevantes de varias repúblicas y también cuenta con diásporas importantes de armenios y azeríes*, por lo que Putin está forzado a promover un equilibrio entre las partes en conflicto. *1,8 millones de armenios según el Censo de 2010, el cual además entregó un cantidad de 603 mil azeríes residentes en territorio ruso.
Si consideramos un escenario sin intervención militar de otras naciones y avalándonos en la superioridad militar y tecnológica de Azerbaiyán (apoyada, además, por Turquía) podemos asumir que Armenia podría perder en el actual conflicto territorios significativos de su anillo de seguridad, lo que pondría en una situación aún más inestable el futuro de la República de Nagorni Karabax. Esto, probablemente, estrecharía los lazos entre Armenia y Rusia (que ya cuenta con una base militar en territorio armenio) y podría agregar en el futuro nuevos capítulos de tensión en la compleja relación entre Rusia y Turquía, naciones que se dicen socias*. Y si bien Rusia y Turquía han luchado 12 guerras desde el siglo XVI, 8 de ellas con triunfos rusos, nadie por ahora piensa en un conflicto entre ambos como un escenario ni siquiera posible en el mediano plazo. *El último capítulo de esta compleja relación fue la afirmación que realizó el 16 de octubre el presidente Erdogán durante la reciente visita del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, a suelo turco. Allí, Erdogán afirmó que jamás reconocería a Crimea como territorio ruso y que apoya la integridad territorial de Ucrania. Erdogán busca transformarse, a toda costa, en líder de la región que va del Cáucaso sur hasta el Medio oriente, pasando por el Mediterráneo oriental y sus territorios adyacentes, por lo que apoyando a Ucrania en el tema de Crimea, al tiempo que mantiene una relación con Rusia, busca no perder ningún aliado y, al mismo tiempo, tener una carta contra cada uno de ellos para negociar, cuando sea el caso, en una posición favorable para Turquía.
Si tuviera lugar por Azerbaiyán una conquista territorial significativa en el anillo de seguridad la posición de Turquía, como apoyo fundamental para lograr concretar en el territorio del Karabax lo que Azerbaiyán considera una "vieja y justa reivindicación territorial de su pueblo", no auguraría nada bueno para la estabilidad tanto territorial como política de muchas zonas que el presidente turco, Tayip Erdogán, considera como parte de lo que insiste en considerar una hermandad turca y musulmana, por lo que uno tiene derecho a preguntarse si otras naciones solo mirarán con pasividad como Turquía incrementa su influencia en el sur del Cáucaso?
Las advertencias, que algunos ingenuamente pretenden ver como amenazas, hacia Turquía por su intervención en este conflicto por parte, ya sea, del presidente Macron de Francia o de algún congresista norteamericano marginal, pidiendo su salida de la OTAN, probablemente pasen a la historia como meras anécdotas.
Mientras tanto, el actual curso del conflicto permite ir constatando algunos hechos:
I. Si bien Azerbaiyán afirma que "fue forzado" a responder a un ataque armenio en el Karabax, lo que dio inicio a este nuevo conflicto bélico entre las partes, los hechos y la razón parecen indicar que Azerbaiyán provocó al ejército armenio para de ese modo comenzar un ataque que venía planificando hace mucho tiempo atrás y cuyo capítulo final previo fueron los ejercicios militares recientes que realizó junto a Turquía en suelo azerí.
II. La cifra de bajas materiales y humanas por ambos lados ha sido muy manipulada, como en cualquier conflicto bélico, sin embargo, el conflicto parece ser mucho más claro en términos de la efectividad de los medios técnicos de combate utilizados, donde el tanque está quedando como un elemento obsoleto y el dron, como medio de ataque, ha sido su protagonista y le ha dado superioridad aérea y estratégica a Azerbaiyán.
III. En cuanto a estrategias, esta vez en el campo internacional, la de Armenia ha sido la de internacionalizar el conflicto, dada la relativa obsolescencia de su material militar, de modo que las grandes potencias se involucren y fuercen a negociaciones, donde quizá la única opción de avanzar para Armenia sería ofrecer territorios fronterizos en torno al Karabax a cambio de acuerdos de paz o treguas permanentes. En el caso de Azerbaiyán, se ha opuesto a internacionalizar el conflicto, al tiempo que recibe apoyo militar y humano de Turquía pero lo niega, de modo de aprovechar su ventaja militar sobre Armenia y generar el escenario más cercano posible a un genocidio armenio en el Karabax.
IV. Sin un apoyo internacional decidido el ejército armenio, en desventaja de equipamiento, sobre todo por su obsolescencia, y sin apoyo directo de otra nación, parece condenado a perder parte del territorio en torno al o en el mismo Karabax a manos de un Azerbaiyán que, si detiene esta operación militar, más tarde o más temprano, iniciará otra adicional hasta desplazar al total de la población armenia del Nagorni Karabax, lo que lo constituiría en el primer genocidio cultural del siglo XXI.
V. La pérdida completa del Karabax muy probablemente sea un hecho que tome largos años de lucha, con avances y retrocesos de ambas partes, pero si el conflicto de hoy en día lleva en el corto plazo a pérdidas significativas de territorio en el Karabax, o su entorno, podría bien dar pie a una profunda crisis interna en Armenia que lleve a la salida de su primer ministro, Nikol Pashinian, al tiempo que fortalecería no solo al presidente Ilham Aliyev en Azerbaiyán sino que le daría nuevos bríos a las ambiciones turcas en el sur del Cáucaso pudiendo llevar las aspiraciones neo-osmánicas de su presidente, Redgep Tayip Erdogán, a límites insospechados.
VI. La intervención seria y decidida de cualquier potencia como Rusia, Francia o Estados Unidos, que forman parte de la mesa oficial de conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán por el Karabax, podría cambiar en cualquier momento de manera brusca el curso de los hechos, donde quiera que ellos estén, lo que podría incluso establecer una solución definitiva al conflicto. Si este fuera el caso, lo más probable es que fuese una acción ya sea:
1. Para establecer tropas de paz en el Karabax de manera indefinida.
2. Para reconocer oficialmente a la República de Nagorni Karabax.
3. O para apoyar militarmente a Armenia, lo que implicaría un apoyo indirecto al Karabax. Si este último fuera el caso es poco probable que Turquía se atreviera a oponerse militarmente, por medio de Azerbaiyán, a Estados Unidos, Francia o Rusia.
Es decir, cualquier intervención de una potencia implicaría un apoyo a Armenia y un golpe contra Turquía, y el mismo Azerbaiyán, lo que transformaría una vez más las aventuras de política exterior del presidente Erdogán, enmarcadas en sus aspiraciones neo-osmánicas, en meras bravatas.
VII. El conflicto está poniendo en juego también el dominio de la Transcaucasia. Quien sea más audaz tomará una ventaja significativa en relación a otras naciones interesadas en esta zona.